¿La felicidad es una elección?

La licenciada Marta Bocconi nos ayuda a derribar algunos mitos y nos brinda una aproximación para entender qué nos puede llevar a ser felices y qué no.

Por Marta Bocconi.

Tan difícil de definir como de evaluar científicamente, “ser felices” es una intención compartida por la mayoría de los seres humanos. Pero ¿a qué se debe que aún no sepamos con claridad cómo alcanzarla? En el mundo occidental moderno, ser feliz de manera estable y permanente pasó a ser una meta a lograr en la vida, más parecida a una obligación que a una opción. Sin lugar a dudas, sentirnos bien por dentro contribuye con el buen funcionamiento de nuestro organismo y de nuestro vínculo con los demás, pero como no existen fórmulas para lograrlo en forma inmediata, no poder sostener el estado de felicidad de manera constante genera frustración, ansiedad y tristeza para muchas personas.

A continuación, derribaremos algunos mitos y brindaremos una aproximación para entender qué nos puede llevar a ser felices y qué no.

 

Lograr nuestros objetivos no es la clave de la felicidad

Es una falsa ilusión creer que el hecho de ser felices depende de alcanzar metas concretas como un título, una casa, un buen pasar económico o un cuerpo aceptable socialmente. Basar nuestra felicidad en esto puede hacer que el placer de lograr el objetivo pierda importancia rápidamente y se necesite alcanzar otro… y otro… como una rueda que nunca se termina. Eso permite pensar que la felicidad no se alcanza y que su duración no está ligada a las metas logradas.

 

Hacernos cargo de nuestras elecciones

Martin Seligman, pionero de la psicología positiva, sostiene que los pilares esenciales de la felicidad son nuestras fortalezas internas y nuestras virtudes. El ser humano puede reconocer su bienestar no solo en los estados de ánimo positivos sino también en el grado de satisfacción que siente con la vida. Las personas felices son conscientes de sus actitudes, de las decisiones que toman, de los vínculos que forman y se hacen cargo de ellos. No es que sean felices por no haber sufrido, sino porque enfrentaron las situaciones dolorosas de sus vidas sin buscar culpables y sin esperar que otros se ocupen de su dicha.

 

Construir vínculos sanos

La realización personal y las relaciones positivas son elementos centrales para el bienestar. De hecho, los vínculos sanos impactan directamente en funciones fisiológicas, psicológicas y de comportamiento. El sentido de la pertenencia es una protección contra la soledad, la depresión y la ansiedad. De hecho, se ha demostrado que, cuando estamos con seres queridos, hay menos actividad neuronal en el procesamiento del peligro y en la activación de las respuestas físicas características del estrés. Para la neurociencia, tanto el ser positivos como el apoyo social fortalecen el sistema nervioso.

 

Realizar actividades que nos den placer

Es importante disfrutar de la compañía de amigos o de una buena comida, compartir momentos de comodidad con seres queridos, pareja, hijos o nietos; viajar, leer libros que nos interesen, escuchar música, amar, tener sexo. También, vivir experiencias que generen el estado de flow (fluir), es decir, aquellas en las que suspendemos todo tipo de presión, casi como si perdiéramos la noción del tiempo. Pintar, escribir, bailar, cantar, tocar instrumentos, hacer actividad física, meditar o practicar el mindfulness -atención plena- son actividades que disminuyen sensiblemente los niveles de ansiedad y los estados de alerta.
 

 

La importancia de vivir el aquí y el ahora

La meditación ayuda a centrar la atención en el presente, a suspender la conexión con malestares pasados y preocupaciones excesivas a futuro, y a disminuir sensiblemente los niveles de ansiedad derivados de nuestra forma de vivir y de pensar. Especialistas como la Dra. S. Lazar refieren que está comprobado científicamente que meditar no solo genera sensación de bienestar, sino que también fortalece la empatía y la compasión, y produce cambios en:
        

  • el área cerebral de la atención, relacionada con la reflexión y la autoestima,

  • el hipocampo, que es fundamental para la memoria y los aprendizajes,

  • la amígdala, parte importante del cerebro emocional que está directamente relacionada con los niveles de estrés.


Durante la meditación, el cerebro asume un rol activo e incorpora nuevos aprendizajes, igual que cuando entrenamos otras habilidades. Esto hace que, con el tiempo, se desarrollen nuevas herramientas para afrontar las situaciones generadoras de malestar, como la depresión, la ansiedad y el estrés -pilares de estados emocionales opuestos a la felicidad-.

 

Ayudar a otras personas te hace bien

Se está estudiando la correlación entre la espiritualidad y la felicidad, y si ella responde al hecho de pertenecer a una comunidad religiosa. Hoy sabemos que las conductas altruistas contribuyen a la salud mental y física: según un estudio de Harvard, pensar en el otro y dar una mano beneficia también a quien colabora porque genera sentimientos de pertenencia.
 

Algunas cosas sí están en tus manos

Ser feliz no depende de logros o victorias, tampoco está relacionado con la inteligencia o el nivel educativo, ni con la edad. Los estudios dicen que hay circunstancias sobre las que no tenemos control directo y que facilitan los estados de bienestar, pero es importante destacar que podemos hacer mucho para contribuir con él:   

  • mejorar la forma en que pensamos y expresamos nuestros sentimientos,

  • ver de qué manera establecemos metas e intentamos lograrlas,

  • reflexionar sobre cómo evaluamos nuestros resultados,

  • establecer vínculos positivos y desechar los tóxicos,

  • reducir los pensamientos negativos,

  • tomar conciencia de los momentos prestando atención al presente y disfrutándolo,

  • trabajar la autoaceptación y el registro emocional,

  • tener hábitos saludables (dormir y comer bien, hacer actividad física),       

  • conectar con el optimismo, el humor, la sensibilidad y poder ir más allá de uno mismo usando las fortalezas personales para contribuir a un bien mayor.


Después de todo… ¿qué es ser feliz?

Ser feliz es poder “estar bien” ante las adversidades que se nos plantean, los problemas que no logramos resolver o los desafíos que creemos no poder atravesar. La felicidad transcurre en el surco que marca nuestra manera de vivir, de crear y de sostener vínculos, en la coherencia con nuestros valores y en el sentido que le damos a estar vivos. Sergio Sinay sostiene que la felicidad es una elección, una consecuencia, que no nos espera y que, en todo caso, nos sigue. No está divorciada de nuestros valores, no es una deuda de otros ni una meta que nos espera. Es el testimonio de cómo nos hicimos cargo de nuestra vida.