Si bien los riñones pueden verse afectados en cualquier etapa, es más frecuente que esto ocurra en edades avanzadas. Una vez pasados los 40 años, el filtrado del riñón comienza a caer progresivamente.
Junto a su envejecimiento natural, otras enfermedades afectan la función renal, como la diabetes, la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca. De la misma manera, la enfermedad renal incrementa el riesgo de ataque cardíaco y de accidentes cerebrovasculares y ocasionalmente puede derivar en insuficiencia renal, requiriendo diálisis o trasplante.
Una de cada 10 personas padece alguna forma de enfermedad renal, y cada año son millones las personas que mueren prematuramente por causas relacionadas con esta afección.
Para tener en cuenta
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La vejez no es una enfermedad. Tanto el riñón como el resto de los órganos y sistemas del cuerpo sufren cambios con el paso del tiempo.
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La edad biológica tiene más relevancia que la cronológica.
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El objetivo médico es preservar y rehabilitar las funciones del organismo, con el fin de conservar la independencia y una mejor calidad de vida.
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Se debe prestar atención a la poli-farmacia que suele generar la sumatoria de enfermedades. Es clave medir la función renal en un adulto mayor al momento de planificar el uso de medicamentos, y prever el riesgo de otros trastornos de la salud comunes en la vejez.
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Durante la ancianidad puede alterarse el funcionamiento del mecanismo natural de la sed, que previene la deshidratación. Es necesario informar esta situación a los mayores, para que incorporen el hábito de tomar abundante líquido en forma regular aunque no sientan sed.
Recomendaciones sobre la alimentación de los adultos mayores
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Prestar atención a las dificultades que puedan surgir en el aparato digestivo, como la pérdida de piezas dentales (lo cual incide en la masticación), modificaciones en los sentidos del olfato y del gusto, cambios en la motilidad intestinal y en la absorción de nutrientes, descalcificación de los huesos, etc.
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A los adultos jóvenes con enfermedades renales crónicas se les suele recomendar la restricción de proteínas y de calorías, pero en adultos mayores se debe adaptar esta indicación a la necesidad de mantener una buena y funcional masa muscular que ayude a conservar el equilibrio y la movilidad.
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Como ya se expuso, es importante beber abundante cantidad de líquido.
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Moderar el consumo de sal y azúcar.
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Vigilar las grasas de origen animal que se ingieren.
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Acompañar la alimentación saludable con actividad física adecuada para cada organismo.
Tomar las medidas de prevención necesarias y consultar periódicamente con un médico de confianza son dos factores que hacen posible moderar la progresión de la enfermedad renal, disminuir sus complicaciones y alcanzar una mejor calidad de vida.