¿Cómo educar a los niños en el uso de las nuevas tecnologías?

Entrevistamos a la Dra. Paula Dal Din para conocer las ventajas y peligros a los que están expuestos los más pequeños en la era digital y para aprender cómo se puede acompañar su crecimiento.

¿Cuántas veces nos sorprendemos con la facilidad con que los niños entienden y utilizan los dispositivos tecnológicos? ¿Cuántas veces escuchamos expresiones como: “lo maneja mejor que yo”, “no sé cómo sabe qué botón lo enciende” o “me abre todos los programas, no sé cómo pararlo”, entre otras?

Las nuevas generaciones son nativas digitales y tienen acceso al instante a todas las ventajas que estas tecnologías les brindan. Sin embargo, aquellos que las usen en forma desmedida no están exentos de riesgos y posibles daños a la salud, sobre todo los niños más pequeños. Para conocer un poco más sobre este tema, conversamos con la Dra. Paula Dal Din (M.N. 88.833), reconocida especialista en Pediatría.


¿Cuáles son las ventajas de las nuevas tecnologías?


Los niños nacieron en la era de la tecnología, la traen incorporada y “pareciera” que manejan con experticia todo lo relacionado al funcionamiento de las pantallas. Que las utilicen en forma correcta puede fomentar la creatividad, estimular el trabajo colaborativo y solidario y, obviamente, favorecer la adquisición de destrezas técnicas. 


¿Y los peligros?


En muchos casos, la facilidad que tienen los niños para utilizarlas provoca la admiración de los padres, que suelen confundir esas desinhibiciones frente a los dispositivos con manifestaciones precoces de inteligencia y habilidad. En estas situaciones, los padres se ubican en el rol de espectadores y los niños son quienes deciden, con una autoridad disociada de su edad, qué consumir de estos dispositivos. De esta manera, se pone en evidencia cierto grado de inconsciencia o desconocimiento por parte de los adultos del acceso peligroso que tienen los chicos a información que no pueden manejar, que no reúne los criterios de calidad y veracidad óptimos, y que está disponible sin reparos etarios ni clasificación previa. Por eso, es fundamental contar con la supervisión de alguien responsable.


El rol del adulto, clave para la utilización correcta de las tecnologías 


La doctora Dal Din nos señala que es común observar que los mismos padres utilizan estos dispositivos como método de consuelo cuando sus hijos lloran o se frustran ante caídas, retos, revisación con el pediatra, berrinche o aburrimiento, entre otras. Sin embargo, lo que realmente requieren estas situaciones es la contención, el consuelo y la seguridad que solo los padres pueden y deben aportar como una experiencia más de interacción humana superadora.

Además, la Academia Americana de Pediatría recomienda que:
 
  • los niños menores de 18 meses de edad no utilicen dispositivos electrónicos;
  • entre los 18 y los 24 meses, comiencen a explorar el mundo digital bajo supervisión de los adultos;
  • los chicos de 3 a 5 años los usen no más de una hora diaria;
  • los niños y adolescentes de 5 a 18 años ya pueden incorporarlos a sus hábitos diarios como medio para relacionarse con los pares.
 
En cada una de las etapas, el papel del mayor responsable es primordial ya que puede impulsar la utilización de aplicaciones que fomenten hábitos sanos, como la lectura o juegos interactivos apropiados para cada etapa del desarrollo y evitar el exceso de estimulación visual en los momentos previos a la hora de dormir o en ocasiones de encuentro familiar como las comidas.
 
A medida que van creciendo, los chicos se identifican con grupos y van forjando su personalidad, pero también corren el riesgo de la exposición exagerada, la llegada de información perjudicial, la manipulación de adultos que se hacen pasar por pares, lo que pone en riesgo su integridad y modifica sus comportamientos. 
 

¿Qué consecuencias puede tener un uso abusivo en el aprendizaje? 


Existen suficientes estudios que permiten aseverar que el uso excesivo de dispositivos interfiere negativamente en los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, el desarrollo del lenguaje se ve afectado por el uso precoz de las pantallas (antes de los 2 años de edad). Además, durante los 3 primeros años de vida, el sistema nervioso central crece y se desarrolla como en ningún otro momento de la vida. Este período es crítico para el desenvolvimiento posterior del ser humano. Cuantas más ricas sean las experiencias que atraviesen el bebé y el niño, más fortalecido y pleno será el bagaje aprendido con el que encare su vida futura. El lenguaje empleado y las experiencias que observan en las pantallas carecen de matices y riqueza que sí puede aportar la exploración directa del entorno con su cuerpo o la interacción con el otro. 


¿Y en las relaciones sociales?


En los niños más grandes, escolares y adolescentes, los dispositivos copan todos sus espacios y generan situaciones de aislamiento familiar e incluso social, ya que son herramientas que les permiten estar “conectados” y establecer múltiples diálogos de dudosa calidad. Como consecuencia, los matices del lenguaje se empobrecen y la interpretación del lenguaje corre riesgo. Además la utilización en forma abusiva puede redundar en alteraciones en el sueño, dificultades en la concentración, alteración de la conducta y problemas para resolver conflictos por medio de la palabra y cara a cara.

Por eso, Dal Din destaca que es necesario estar atentos a los riesgos que conlleva la falta de control en el uso que los niños hacen de las redes y de internet, principalmente porque los expone a tomar contacto con personas que no son pares o que, aun teniendo su misma edad, ejercen algún tipo de maltrato. Algunos ejemplos de esto son: 
 
  • el ciberacoso o cyberbullying (acoso psicológico entre pares), 
  • el sexting (envío de imágenes de contenido sexual), 
  • el grooming (acciones efectuadas por adultos que intentan ganar la amistad del menor para abusarse de él).
 

¿Cuáles son los síntomas de alerta?

 
Para prevenir inconvenientes como consecuencia del uso excesivo de las nuevas tecnologías, es muy importante prestar atención ante: 
 
  • modificaciones de comportamiento que pueden manifestar los chicos; 
  • aislamiento en torno a una mesa familiar (muy naturalizado actualmente e incluso ejercido por los mismos padres);
  • cambios en el carácter y en el humor; 
  • dolores de cabeza y contracturas; 
  • insomnio o cansancio exagerado;
  • sedentarismo y rechazo a las actividades al aire libre. 
Además, la especialista agrega que en los casos más graves, donde los niños o adolescentes padecen algún tipo de maltrato o abuso, pueden evidenciarse cambios en la conducta más llamativos, como retraimiento, tristeza, falta de integración en su grupo de pares  o no querer salir de casa ni realizar las actividades habituales.


¿Qué prácticas son recomendadas para una utilización adecuada de los dispositivos tecnológicos?


Lo fundamental es predicar con el ejemplo. Los adultos no debemos olvidar que enseñamos a nuestros hijos por medio de nuestro comportamiento, que somos los hacedores de buenos o malos hábitos. Si los adultos no nos alimentamos bien, nuestros hijos nunca responderán a una dieta buena y balanceada. Con la tecnología pasa lo mismo, muchas veces los adultos justifican el uso excesivo de las pantallas con requerimientos laborales y así desvalorizan momentos fundamentales de interacción con sus hijos, imprescindibles para un desarrollo óptimo.


6 consejos para un uso responsable de las tecnologías


Los padres son los protagonistas de guiar a seres en formación, altamente vulnerables a las influencias que ejerce la sociedad actual. Estos son los 6 consejos para ellos:
 
  1. Ser respetuosos de los tiempos madurativos que cada niño expresa.
  2. Evitar emplearlos como método de consuelo. Un abrazo puede brindar la seguridad y la contención que los chicos necesitan en momentos de frustración.
  3. Asesorar a los más grandes en la utilización progresiva y acorde de la tecnología.
  4. Estar presentes. Su respaldo es fundamental e irremplazable como herramienta de contención y cuidado amoroso. 
  5. Mantener una actitud de escucha atenta. De esta manera, será más sencillo detectar las inquietudes y aquellos estados de ánimo de los chicos que requieran de nuestra ayuda.
  6. Fomentar el uso racional de la tecnología. Fijar tiempos permitidos según la edad, cuidar los ámbitos de privacidad y contacto familiar (cena, habitación), establecer rutinas cuidadosas del sueño y promover la actividad física, la lectura y el diálogo.
Fuentes:
- Entrevista con la especialista en pediatría Paula Dal Din.
- Academia Americana de Pediatría.