Estudios de rayos X: riesgos de la exposición excesiva

Conversamos con el médico oncólogo Ricardo Kirchuk para conocer los peligros de la realización frecuente de este tipo de exámenes y qué alternativas existen para evitarlos.

Según la OMS, todos estamos expuestos continuamente a la radiación proveniente de fuentes naturales, como los más de 60 materiales presentes en el suelo, el agua y el aire. También existen fuentes artificiales que la emanan: desde las plantas de energía nuclear hasta los aparatos de rayos X. Para tener una referencia, la exposición de un paciente adulto a la radiación proveniente de una radiografía de tórax es equivalente a la que estamos expuestos en nuestro entorno natural durante 10 días.
 
Los exámenes radiológicos brindan información valiosa sobre la salud y ayudan al médico a llegar a un diagnóstico preciso. En algunos casos se utilizan para ayudar a colocar dispositivos en el cuerpo o durante otras terapias. Al igual que con otros procedimientos médicos, los rayos X no son peligrosos si se usan con cuidado. Para conocer un poco más al respecto, conversamos con el médico oncólogo Ricardo Kirchuk (M. N. 57.991), referente de oncología de la Gerencia Médica de Gestión de OSDE.
 

¿Qué riesgos para la salud puede traer la exposición excesiva a estudios radiológicos?

 
Un rad es la unidad de la dosis de radiación absorbida por el cuerpo. Una radiografía de tórax genera 1 rad y una mamografía (se utiliza para detectar en forma temprana el cáncer de mama), 0,1 rad. Son dosis inocuas. En cambio, una tomografía axial computada (TAC) emite 400 rads, es decir, equivale a 400 radiografías. Estos estudios se suelen realizar para detectar en forma temprana ciertos tipos de cáncer (de mama, de cuello uterino, de próstata o de pulmón) y como exámenes complementarios para diagnosticar otras patólogías. Sin embargo, no son necesarios en todos los pacientes. Aquellos análisis que no sean requeridos pueden derivar en diagnósticos erróneos o equívocos que no hubieran aparecido. Por ejemplo, los nódulos en su mayoría son inespecíficos y no todos devienen en cáncer, pero con una exposición excesiva se puede estimular su desarrollo o incluso generar la aparición de linfomas o leucemias.
 

¿Con qué frecuencia es posible realizarse este tipo de estudios?

 
Si bien existe una elevada demanda de esta clase de prácticas, en algunos casos, por seguridad médica, no siempre son necesarias y muchas veces pueden derivar en otros exámenes que no conducen a nada. Por eso, los pacientes deben exponerse a ellos lo menos posible ya que la radiación excesiva tiene incidencia en la producción de cáncer.
 

¿Cualquier paciente puede realizarse esos estudios? 

 
No. En mujeres embarazadas no conviene ya que, si la gestación es muy incipiente, la radiación puede producir malformaciones. También se recomienda evitar estas prácticas en los pacientes que hayan sufrido una neoplasia, a menos que sea por una indicación médica estricta. En algunos países, se comenzó a evaluar qué efectos tenían las TAC en el organismo al realizar un seguimiento de tumores y tipos de cáncer curables como el testicular. En muchos casos, el resultado fue la aparición de leucemias o linfomas.  
 

¿Es necesario tomar alguna medida preventiva antes de someterse a estos análisis?

 
No se necesita ninguna preparación especial para realizárselos. Lo ideal es llevar un registro de los exámenes radiológicos a los que se sometió cada paciente, ya que esto puede ayudar al médico a tomar una decisión acertada sobre si es conveniente o no efectuarlos. Además, si se trata de un estudio de contraste, es necesario conocer si la persona es alérgica a los materiales que se utilizan. 
 

¿Existe alguna alternativa a su realización?

 
Sí, la ecografía o la resonancia magnética nuclear (RMN) pueden ser una opción ya que no emiten rayos, pero no son aplicables en todas las ocasiones ni a todos los pacientes. La ecografía utiliza ondas de ultrasonidos y, hoy en día, es imprescindible en el diagnóstico del cáncer de páncreas, de vesícula y vías biliares, y de enfermedades hepáticas como la hepatitis, los adenomas y la pancreatitis. La RMN produce las imágenes mediante un poderoso campo magnético y permite conocer si se presenta alguna lesión o enfermedad en los órganos y los tejidos de diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, no suele ser muy agradable ya que se encierra al paciente en un sarcófago y durante el proceso se emiten numerosos ruidos provenientes del funcionamiento del equipo.
 
 
En todos los casos, se recomienda consultar con un médico de confianza si la realización de los estudios es necesaria y si es el más indicado y conveniente para cada paciente en particular.
 
 
Fuentes:
- Entrevista al médico oncólogo Ricardo Kirchuk (M. N. 57.991).
- Organización Mundial de la Salud (OMS).
- Asociación Americana del Cáncer.
- www.radiologyinfo.org.