Trabaja en yacimientos petrolíferos y encontró en el yoga una forma de escape

José Gómez es socio y nos escribió para contar cómo esa disciplina milenaria le transformó la vida desde que empezó a practicarla hace un año y medio.

José Gómez (50) es socio de OSDE a través de una empresa petrolera y sostiene que su vida cambió desde que empezó a practicar el yoga, hace un año y medio. Es geólogo y viaja periódicamente desde Capilla del Monte, Córdoba-donde vive junto a su familia- hasta Neuquén para trabajar en jornadas de 12 horas durante la noche, entre el olor penetrante del petróleo y los ruidos de las maquinarias apostadas en los pozos de Vaca Muerta. “Antes de empezar con el yoga, mi vida se fue complicando, sufría de estrés por obligaciones del trabajo o familiares. Necesitaba encontrar algo que funcionara como un escape, para conseguir un equilibrio”. Y el yoga fue la respuesta.

Según José, esta tradicional disciplina originada en la India no consiste simplemente en realizar posturas en una colchoneta y estirar los músculos: “No es solo hacer gimnasia, es una filosofía de vida”, sostiene. Fue así que, cuando empezó con el yoga, no solo puso en práctica las asanas -posturas- todos los días, sino que también cambió su manera de alimentarse, de descansar y de relacionarse con los demás. Y, a medida que pasó el tiempo, los resultados se hicieron notar: “Me fui sintiendo mejor, tanto física como mentalmente. El yoga es una experiencia diferente que puede ayudar en muchas circunstancias de la vida”, defiende.
 
 

Un autodidacta

 
José no acudió a ningún centro ni profesor particular de yoga. Esta práctica milenaria llegó a su vida cuando comenzó a leer sobre el budismo. “Yoga y budismo tienen los mismos atributos y una filosofía y finalidad similares: regular la vida, nuestra alimentación, el ejercicio, la forma de trabajar y de descansar. Y es que todos los seres humanos buscamos eso: sentirnos en plenitud, equilibrados -desarrolla-. Ambos postulan que hay que hacer el bien y tener compasión por quienes estén en una necesidad. Y eso te hace tomar una actitud frente a la sociedad y la naturaleza”.

Al encontrar en el yoga y en el budismo una respuesta a su inquietud por sentirse mejor, el geólogo cordobés leyó todo lo que encontró a su alcance y buscó por internet cómo hacer los ejercicios. “De a poco, fui perfeccionando las posiciones. Es difícil de explicar, pero es algo que hay que practicar para darse cuenta de lo bien que hace -aconseja Gómez-. Por eso todos los días trato de hacerme el tiempo a eso de las siete de la tarde, ya que se recomienda que sea en un momento alejado de las comidas”.
 
 

Trabajo intenso + yoga: un buen complemento


El desarraigo que genera trabajar en un lugar alejado de tu hogar, durmiendo en hoteles y realizando una labor en la que el ruido constante y las jornadas de 12 horas no te permiten manejar tus tiempos, fue lo que llevó a José a recomendar el yoga a sus compañeros del yacimiento. “No conozco a nadie en el ambiente en el que estoy que lo haga. Se piensa que es algo más de mujeres o que quienes lo practican viven otro estilo de vida. Yo les digo que está muy bueno y que les haría muy bien. Pero lo que ocurre es que en Argentina no hay una cultura del yoga muy instalada”, se lamenta el socio.
 
 

 

Somos lo que comemos

 
Si bien uno de los principios del budismo es no comer carne vacuna, cuando José se propuso modificar sus hábitos alimenticios según los fundamentos de esa doctrina filosófica y espiritual, no lo hizo al pie de la letra. “Es como todo: hay cosas muy extremas que tampoco hacen bien”, aclara Gómez. Entonces, redujo el consumo de ciertos alimentos, como harinas refinadas y grasas, y no ingiere nada de alcohol. “Eso me hizo dar cuenta de que cuando uno se cuida en la comida, puede hacer mucho mejor el resto de las cosas. Si te cuesta hacer las asanas por algo que comiste, eso es un indicador de que estás mal. Somos lo que comemos, eso es real”, sentencia el socio.

 

Practicar el yoga para descansar la mente

 
Muchas veces, los seres humanos no percibimos que vivimos la vida como autómatas: trabajamos, hacemos las compras, paseamos al perro, cenamos y dormimos. Nos abocamos a las obligaciones inmediatas sin evaluar si lo que estamos haciendo realmente nos beneficia o si estamos disfrutando. José explica: “ La parte lógica de la mente es la que predomina, asociada al laburo, a la supervivencia. Es necesario relativizar eso para lograr desconectarse. Aunque sea, dedicar un tiempo: las rutinas llevan entre 40 minutos y una hora, no es tanto dentro de las 24 horas del día. Quizás, dentro de ese lapso, consigas una relajación de 15 minutos, que le producen al cuerpo un descanso muy significativo y que es mucho mejor que dormir 15 minutos”.
 
El socio no se cansa de repetir que es necesario practicar el yoga para entender y vivir en carne propia todos sus beneficios, y aclara que es importante no limitarse a las posturas: “Si uno no sigue completo el camino del yoga, solo se queda en los movimientos. Te va a hacer bien porquete dará flexibilidad y te revitalizarálos sistemas neurológico y cardiovascular. Pero si a eso le sumás la meditación, tiene un alcance muy importante. Se descubre un velo y pensás: ¿toda la vida estuve tan cegado, sin ver todas las posibilidades que existían?”. Será necesario practicar para creer, y hoy es un buen día para darnos la oportunidad de descubrirlo.

 
IMPORTANTE: no todas las personas pueden practicar ciertas posturas sin supervisión. Asesorate con un especialista antes de empezar a practicar el yoga.