Ataques de pánico: cómo enfrentarlos con la técnica de los 5 sentidos

En el Día Mundial de la Salud Mental, entrevistamos a Daniela Siri, médica psiquiatra, y conversamos sobre este tipo de episodios: cuáles son sus principales síntomas y cómo transitarlos y sentirnos mejor con la técnica de Ellen Hendriksen.

Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo o malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y se acompaña de fuertes reacciones físicas. La persona que lo sufre se siente repentinamente aterrorizada, abrumada sin una razón evidente para sí misma o para los demás. 

Muchas personas tienen solo uno o dos ataques de pánico en toda su vida. Suelen estar vinculados con una situación estresante y, cuando ese problema se resuelve, finalizan. Sin embargo, ante la aparición de episodios inesperados y recurrentes, es probable que tenga una afección llamada trastorno de pánico; estos cuadros empiezan, por lo general, a fines de la adolescencia o al inicio de la adultez y se dan con mayor frecuencia en mujeres.
 
 
 
 

¿Cómo identificar los ataques de pánico? 

 
Se caracterizan por una ansiedad desmedida, un temor a que ocurra algo catastrófico o a perder el control, a volverse loco o, incluso, a morir, cuando no hay un peligro real o una causa que los desencadene.

Algunas personas también presentan un miedo intenso a que los ataques de pánico se repitan. Esta es una de las peores sensaciones ya que pueden desencadenar en evitar situaciones o lugares que se asocian a la aparición del ataque previo.
 
 

Algunas de las frases con las que suelen describirse los ataques de pánico: 

 
¡Siento que me voy a morir!
 
¡No puedo respirar!
 
¡Me voy a volver loco!
 
¡Me estoy ahogando!
 
¡Que termine esta pesadilla!
 
 
 
 
Es importante saber que pueden aparecer en cualquier momento y estar acompañados de síntomas físicos como:
 
  • Sudor o escalofríos.
 
  • Taquicardia y palpitaciones.
 
  • Temblores o sacudidas.
 
  • Sofocación, falta de aire u opresión en la garganta.
 
  • Náuseas o calambres abdominales.
 
  • Dolor en el pecho.
 
  • Dolor de cabeza.
 
  • Mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos.
 
  • Sensación de entumecimiento u hormigueo.
 
  • Sentimientos de irrealidad o desconexión.
 
La forma en que se manifiesta puede variar según cada persona
 
 

Y, ¿qué pasa con la ansiedad?

 
La ansiedad se caracteriza por sentimientos de malestar, preocupación, tensión, temor, inseguridad, hipervigilancia, sensación de pérdida de control, percepción de fuertes cambios fisiológicos. No toda ansiedad es patológica; dependerá de la intensidad y la frecuencia de los síntomas que se presenten.
 
Lo que ocurre en la ansiedad, como en todas las emociones, es que aparecen tres componentes que actúan de forma simultánea: lo que pensamos, lo que hacemos durante la emoción y los síntomas corporales que percibimos en el transcurso del episodio.
 
Por eso, es muy importante poder concentrarnos en el aquí y ahora, y distraer nuestra mente de pensamientos y emociones no deseadas. Poner la atención en aquello que podemos controlar nos genera bienestar.
 
 
 

La técnica de los 5 sentidos: una gran aliada para enfrentar los ataques de pánico


En esta técnica utilizamos nuestros sentidos para ayudarnos a situarnos en el momento presente, dejando de lado las emociones y pensamientos negativos. Consiste en elegir a través de los sentidos: 
 

5 cosas que puedas ver en ese momento y nombrarlas en voz alta.

 

4 cosas que puedas escuchar para concentrarte en esos sonidos.

 

3 cosas que puedas tocar y sentir a través del tacto.

 

2 cosas que puedas oler y conectar con el aroma.

 

1 cosa que puedas saborear.

 
 
También podés sumar técnicas de respiración: inhalá profundo en tres tiempos, tratando de hinchar el abdomen, y exhalá en 6, siempre por la nariz. Además, recordá que realizar actividad física de manera regular es un buen antídoto para la ansiedad.
 
 
 
Si tenés síntomas de ataque de pánico, charlá de lo que te pasa con tus seres queridos y buscá ayuda médica lo más rápido posible.
 
Si bien son muy incómodos, no ponen en riesgo la vida; pero requieren evaluación, dado  que sus síntomas pueden ser similares a los de otros problemas de salud graves, como un ataque cardíaco.
 
 
 
Fuente: Daniela Siri.