Ataques de pánico: ¿cómo tratarlos?

El psiquiatra Jorge Zirulnik explica que superarlos implica todo un proceso de toma de conciencia y psicoeducación.

Sudoración, taquicardia, hipertensión arterial, náuseas, dolor en el pecho… Podrían ser los síntomas de un infarto, pero también lo son de un ataque de pánico. Y, aunque muchas veces usemos con soltura la expresión de panic attack en el discurso cotidiano –incluso para bromear-, los ataques de pánico no deberían tomarse a la ligera. Las personas que los padecen lo saben muy bien: ellas mismas pueden confundir los síntomas con los de un infarto y hasta llegar a pensar que están al borde de la muerte.

Pero ¿qué son los ataques de pánico? Son crisis nerviosas frente a amenazas irreales que tienen una gran repercusión psico-emocional y física. Alarman y producen mucho malestar en quienes los sufren dado que son impredecibles: por eso, generan temor ante su posible aparición en cualquier momento. Pueden surgir tras vivir una experiencia traumática o situaciones de estrés pero, al mismo tiempo, existe un componente genético que los determina.

Para conocer más sobre los ataques de pánico y cómo tratarlos, entrevistamos al psiquiatra y prestador de PROSAM, Jorge Zirulnik (M.N. 53.045).

 
 

¿Cuánto puede llegar a durar un ataque de pánico?

Puede durar minutos u horas.


¿La duración está relacionada con la capacidad de la persona de controlarlo con los pensamientos? 

 Hay personas que lo controlan y otras que no. Cuando no se controla, puede extenderse por mucho tiempo y producir mucha angustia. Y eso, si se repite, comienza a interferir en la vida cotidiana, social, afectiva y laboral de la persona.


¿Existe una personalidad típica de las personas que padecen las crisis de pánico?

No. En general, son personas que tienen como base un trastorno de ansiedad. Es decir, su problema es que no pueden manejar la ansiedad. 

 

¿Los ataques de pánico son hereditarios?

No, pero hay un componente genético que causa el trastorno de ansiedad. La persona que lo sufre tiene la determinación genética, como ocurre con todas las enfermedades psiquiátricas. Este trastorno luego puede manifestarse en ataques de pánico u otras patologías,  como el trastorno de ansiedad generalizado, el obsesivo-compulsivo, entre otros.


¿Qué relación existe entre las crisis de pánico y la depresión?

Puede no haber ninguna relación o puede haberla. Lo que se ve es que, cuando los ataques de pánico se repiten y son sostenidos, el sujeto comienza a dañar su vida social y eso puede llevarlo a un estado depresivo.
 

¿Qué ocurre cuando a los ataques de pánico se suman las adicciones?

 Cuando aparecen las adicciones, el terreno se embarra completamente y uno no sabe a qué atribuírselo. Sobre todo, la adicción a la cocaína, a las anfetaminas o a drogas de síntesis, que pueden producir estados de ansiedad tóxicos.


¿En qué se diferencian esos estados de ansiedad tóxicos de los que no lo son?

En este caso, los síntomas psíquicos pueden ser más severos y las manifestaciones somáticas variarán de acuerdo a la droga consumida.

 

Ataques de pánico: superarlos es tomar conciencia

 

 En internet es posible encontrar soluciones a toda clase de problemas. Incluso, los ataques de pánico. El asunto es que  la mayoría de las veces no nos es posible detectar si la información es o no fidedigna, a menos que lo consultemos con un especialista. Existen algunos artículos que plantean una serie de pasos para frenar en tres minutos el ataque de pánico. Estos funcionarían a través de la relajación con respiraciones profundas, la aceptación de lo que se está sintiendo y la sustitución de pensamientos negativos por positivos.

 

¿Esto realmente funciona?

 SÍ, eso puede funcionar. Pero al comienzo del proceso, cuando la persona toma conciencia de lo que le está pasando, es bueno que tenga ayuda profesional. Porque desde la palabra, el trabajo de psicoterapia y con medicamentos, la persona aprende a manejar sus crisis. Existen fármacos muy buenos para esto.

 

¿Siempre se indica la medicación o puede no indicarse?

 Puede no indicarse, depende de cómo la persona se enfrente a las crisis. Por mi experiencia, al comienzo del proceso, cuando el paciente toma conciencia de que se trata de crisis psicológicas y no de enfermedades físicas, se puede hacer un tratamiento combinado de medicamentos y psicoterapia. Sobre todo, las llamadas psicoterapias cognitivo-conductuales, que son cortas y muy eficaces porque focalizan sobre las crisis de pánico o sobre el cuadro de ansiedad.

¿En qué consisten esas terapias cognitivo-conductuales?

Consisten en un trabajo desde la palabra para que el paciente aprenda a reconocer, en primer lugar, los factores que determinan su entrada a una crisis de pánico. Y después, para que aprenda cómo abortarla desde las ideas, desde el pensamiento. A veces no se puede y hay que recurrir a una medicación flotante.  Pero superar los ataques de pánico es todo un proceso de  toma de conciencia y psicoeducación.


¿Qué es la medicación flotante?

 Al comienzo, se acompaña la psicoterapia con medicamentos durante unos meses. Y después se pasa por un tratamiento de mantenimiento, en el que  la persona se maneja de manera independiente y tiene una medicación que llamamos flotante o a demanda, que solo se va a tomar si tiene una crisis muy profunda y larga de vez en cuando, pero no en forma permanente. 


¿Cuánto puede llegar a durar la psicoterapia?

 Entre cuatro y ocho meses, aproximadamente. Eso depende de cada sujeto y del trabajo que uno hace. Cuando el trabajo dura más de ocho meses, más de un año, uno se tiene que empezar a preguntar qué es lo que está pasando y si no hay otro trastorno comórbido.


¿Recomienda terapias individuales o grupales?

 Para las crisis de pánico, yo recomiendo la terapia individual.
 

¿Los familiares también deberían hacer terapia para saber acompañar?

 No, eso es una exageración. Los familiares pueden tener entrevistas de orientación para saber cómo manejarse, pero no más que eso. 


¿Qué consecuencias puede tener no tratar los ataques de pánico a tiempo?

 El sufrimiento del sujeto y el deterioro de la calidad de vida. Hay personas que tienen desórdenes de pánico severos y no pueden salir de la casa, no van a trabajar, tienen mucho ausentismo o, directamente, no pueden exponerse en público. 


¿Es frecuente la automedicación?

 Sí, es frecuente. Pero hay algo que es peor, que es lo que hacen mucho médicos clínicos, que creen que pueden manejar esto y someten al paciente a medicaciones que después resultan adictivas. Entonces, queda preso de ellas durante años.


¿Se puede volver de eso?

 Se puede volver, pero se requiere la intervención de un profesional de la psiquiatría.