Qué es el exposoma cutáneo y por qué se intensificó en los últimos años

¿Sabías que el envejecimiento de la piel puede acelerarse por los efectos del ambiente que nos rodea? Descubrí cuáles son los factores que lo condicionan y cómo revertir el “exposoma pandémico” de este tiempo.

Entre 2015 y 2016, el astronauta Scott Kelly pasó 340 días en la Estación Espacial Internacional, mientras que su gemelo Mark permaneció en la Tierra durante el mismo período. Al regresar, un cambio en Scott asombró a los científicos de la NASA: ¡había rejuvenecido! Y mostraba un aspecto muy distinto al de su hermano, a pesar de tener el mismo ADN y la misma edad. Esto tiene que ver con las condiciones que enfrentan los astronautas en el espacio: microgravedad, tipo de alimentación, lugar de vivienda cerrado y menor exposición a la radiación, entre otras.

 
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Fuente: NASA, 2022.

 

¿Qué nos dice este ejemplo? Que heredamos escrito en nuestro ADN la forma en que envejecemos, pero el 75% de ello depende del ambiente que nos rodea.

 

¿Qué es el exposoma?

 

En 2005, el epidemiólogo molecular Christopher P. Wild definió este concepto como todas las exposiciones ambientales que tenemos desde la concepción en adelante. Surge como una nueva estrategia para detectar las principales causas de algunas enfermedades

 

Dentro de los factores que forman al exposoma y que influencian nuestros genes, podemos mencionar al tabaco, la contaminación, las radiaciones, el estrés, la alimentación, el ejercicio y las relaciones sociales.

 

¿Cuáles son los factores que componen el exposoma cutáneo?

 

El envejecimiento de nuestra piel depende del exposoma cutáneo, es decir, de determinadas causas externas que lo condicionan de manera particular:

 

1- Radiación solar 

Como ya sabemos, los rayos ultravioletas producen un daño que se acumula a lo largo de la vida y que no solo puede llegar a desencadenar cáncer de piel u otras afecciones, sino que acelera su deterioro.

 

2- Falta de sueño

Durante el descanso nocturno, se produce la reparación celular. Dormir bien beneficia a todo el organismo, incluido nuestro cutis y, por el contrario, la falta de sueño desencadena un estrés oxidativo que nos envejece.

 

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3- Nutrición

Una alimentación adecuada, según las necesidades personales, baja en ultraprocesados y alta en antioxidantes (como frutas y verduras), contribuye a la salud de la piel.

 

4- Ejercicio

Necesitamos realizar actividad física en forma diaria, no solo para prevenir enfermedades cardiovasculares, sino también porque nos protege del daño oxidativo.

 

5- Contaminación ambiental

Entre los efectos que produce la polución en nuestra piel, podemos mencionar la disminución de la hidratación, mayor producción de sebo, aparición de manchas y arrugas y, en algunos casos, cáncer de piel.

 

6- Tabaco

Además de ser la principal causa de muerte prevenible, fumar cigarrillo nos cambia el color de la piel y acelera su deterioro.

 

7- Temperatura

Nuestro organismo gasta energía para mantener la temperatura normal del cuerpo. Tanto el calor como el frío en grados muy altos generan estrés oxidativo y, por lo tanto, contribuyen al envejecimiento.

 

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Durante la pandemia, toda nuestra vida se vio afectada y estos factores se potenciaron. Si bien disminuyó la exposición a la luz solar, aumentaron las horas que pasamos frente a las pantallas y, por ende, a la luz azul. Este espectro de luz emitido por los dispositivos electrónicos produce cansancio visual, cefaleas y sequedad ocular. También puede alterar el ritmo de sueño y de vigilia. 

 

Otras cuestiones que empeoraron el estado físico fueron el estrés frente al cambio y a la incertidumbre, la mala alimentación y el sedentarismo de los primeros meses de aislamiento. 

 

Ahora que de a poco vamos retomando nuestras actividades, es importante reconstruir y revertir estas acciones negativas sin dejar de cuidarnos del contagio de COVID-19.

 

 

6 consejos para combatir el exposoma pandémico

 

1. Retomá el ejercicio y hacerlo rutinario. Si entrenamos al aire libre, ¡que sea siempre con protector solar! Te dejamos algunos tips para hacerlo de a poco y con cuidado en esta nota.

 

2. Reordená el tiempo de sueño. Intentá mantener un horario fijo para acostarte y levantarte de tal manera que duermas entre 6 y 8 horas. Una buena estrategia para lograrlo es ponerte alarmas que te recuerden esos dos momentos.

 

3. Limitá el tiempo de uso de pantallas. Para alcanzar esta tarea (que suena más sencilla de lo que es), podés armar tu “plan de bienestar digital”. Es decir, elegir en qué momentos vas a utilizar la tecnología. Una posible herramienta es poner tu celular en modo avión cuando no necesitás recibir mensajes ni llamados importantes o dejar en la pantalla principal las apps de uso rápido (la cámara de fotos, la calculadora o el clima) y esconder las que te roban la atención.

 

4. Planificá una dieta saludable junto a un especialista en nutrición. Mientras más variada, mucho mejor, porque te va a permitir adquirir todos los nutrientes esenciales, en especial, los antioxidantes.

 

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5. Disminuí la exposición a la luz azul. Existe una función en los celulares y en algunas computadoras llamada Night Shift o Modo Noche, que permite anular el tono azul de las pantallas y transformarlo en tonalidades más cálidas. De esta manera, se reducen la fatiga ocular y el impacto que tienen los dispositivos en nuestro sueño. Otra opción es utilizar anteojos con filtro para luz azul, por más que no requieras ninguna graduación.


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6. Usá protector solar todos los días, aun cuando está nublado o no vas a salir de tu casa. La radiación de las pantallas y la que pasa por el vidrio de las ventanas o del coche también nos produce un daño.



 

 

Fuentes:

- Dra. María José Pelli, especialista en dermatología.

- NASA.