“La actividad física me ayudó tanto que se la recomiendo a todo el mundo”

Guillermo Mezzadri es socio de OSDE y, a los 21 años, le diagnosticaron hipertensión esencial y colesterol. A través del deporte y un cambio en su dieta, logró dejar la medicación para el colesterol y reducir sus niveles de presión arterial. Conocé su historia.

Guillermo Mezzadri (50) es socio de OSDE y, a los 21 años, le diagnosticaron hipertensión esencial, un tipo que surge sin causa específica identificable. Años más tarde, le detectaron niveles altos de colesterol. Desde entonces, empezó a correr y cambió su dieta para complementar los tratamientos farmacológicos. Hoy, después de casi 30 años de perseverancia y adherencia a las recomendaciones de sus médicos, dirige su propio grupo de entrenamiento y ya no necesita tomar medicamentos para el colesterol. Incluso, sus niveles de presión arterial bajaron y pudo disminuir considerablemente la dosis para tratarlo. Te invitamos a conocer su historia.
 

 
 

Los diagnósticos que cambiaron su estilo de vida

 

Hipertensión esencial

 
A Guillermo le detectaron la hipertensión esencial casi por casualidad: “El marido de mi cuñada, que es médico, me tomó la presión y estaba alta. A partir de ahí, me empecé a tratar”, cuenta. Después de un tiempo, dejó la medicación y un síntoma afloró: comenzó a percibir un punto ciego en un ojo y, ante la posibilidad de que se tratara de toxoplasmosis, fue a consultar con una especialista en infectología. “ Resultó ser un exudado algodonoso a raíz de un pico de presión, que estaba muy elevada”, recuerda Mezzadri.

Desde ese momento, ya que la presión había atacado su parte renal, se empezó a tratar de forma más seria con quien es hasta hoy su nefrólogo. “Da la casualidad de que él también corre y me sacó adelante. Hasta hoy sigo consultándolo antes de cada carrera”, reconoce.

 


Niveles altos de colesterol

 
“Lo descubrieron cuando me estaban haciendo unos análisis de sangre por el tema renal. El nefrólogo me dijo que la conjunción entre el colesterol y la presión alta no era buena, por lo que tenía que bajar los niveles. Y como lo tenía bastante alto, directamente me medicaron: tomaba dos pastillas para el colesterol y dos para la presión -relata Guillermo-. A raíz de que, además de la actividad física, empecé a cuidarme en la alimentación, mi estado atlético cambió por completo y, al mismo tiempo, fui bajando la medicación para el colesterol. Hasta el punto de que, después de 15 años de tomarla, finalmente me la sacaron”.
 
 
 
 

¿Qué cambios tuviste que realizar en la dieta a raíz de ambos diagnósticos?

 
GM: En un principio, tuve que dejar la sal por la hipertensión. No le pongo casi nada a la comida. Ahora tengo permitido agregarla en ocasiones porque
logré bajar mucho los niveles de presión arterial. Yo creo que, en cualquier momento, me sacan una de las pastillas que estoy tomando. Mi alimentación consiste en comer de todo pero sano, bajo en grasas. Incrementé las fibras y tomo mucho líquido. No tomo alcohol, solo jugos y agua. No uso endulzantes, ni azúcar ni edulcorante. Trato de desayunar con frutas. Incorporo carne, pollo, pescado, verduras y pastas.
 
 

¿Qué beneficios comenzaste a notar a partir de esa dieta?

 
GM: Empecé a dormir y a entrenar mejor. Además, por miedo a tener algún problema renal más serio, no me costó para nada continuar con ese tipo de alimentación, que veía que, combinada con la actividad física, me daba resultados. Eso me llevó a cuidarme cada vez más.
 
 

¿Te costó incorporar la actividad física a tu rutina?

 
GM: No, para nada. Apenas me diagnosticaron, empecé a correr en forma amateur y solo, porque mi suegro lo hacía. Como vivía en Belgrano, corría en los Lagos de Palermo. Incluso, comencé a participar en carreras, pero no tenía un entrenador. Después fui a un gimnasio, donde había un grupo de corredores. Pero recién a partir de que armé mi propio team empecé a entrenar más seriamente. Desde entonces, la cosa se acomodó muchísimo: iban en forma paralela la actividad física con el cuidado que yo tenía a través de mis médicos.
 
 
 
 

¿Cómo fue que fundaste tu propio grupo de entrenamiento?

 
GM: Luego de años de correr, tanto solo como en grupos, se empezó a forjar mi sueño de dirigir un equipo. En 2005, mi mujer, que era gerenta de marketing de una empresa ligada con la industria del deporte, tenía que armar uno para esa compañía y me convocó. Yo lo armé y ya pasaron 13 años desde que lo creé. Antes administraba consorcios e hice ambas actividades durante mucho tiempo, pero después decidí dedicarme de lleno a mi  team.
 
 

¿Cómo empezaste a participar de triatlones?

 
GM: Aparte de tener mi grupo, ese era otro de mis sueños. Y, como entreno todos los días de la semana y mi actividad se basa en esto, pude estar preparado para participar de cuatro Ironman en Florianópolis, en los que en un solo día se nadan 3.800 metros, se pedalean 180 kilómetros y después se corren 42 km a pie. También hice medio Ironman en Río de Janeiro y todas las ediciones que se llevaron a cabo en Nordelta.
 
 

¿Cuál fue la mejor experiencia que viviste corriendo?

 
GM: Me encanta hacerlo en cada lugar nuevo que voy y conocer de ese modo las ciudades. El lugar que más me gustó es Río de Janeiro. Corrí 21K a pie y me encanta por los lugares por los que se puede pasar, que en su mayoría son frente al mar. Hice un recorrido que comenzaba cerca de Barra de Tijuca, pasaba por Ipanema y Copacabana, y terminaba en Botafogo.
 
 

¿Qué consejo le brindarías a aquellos que quieren incorporar la actividad física pero les cuesta mucho empezar?

 
No hay nada más lindo que poder entrenar y, al hacerlo, se puede mejorar mucho la calidad de vida. Para que eso tenga efecto, tiene que realizarse con la guía de un profesional. A mí la actividad física me ayudó tanto que yo se la recomiendo a todo el mundo. La tengo tan presente que, luego de dos días de no hacer nada, el cuerpo me la pide y no me siento bien conmigo mismo. Yo le aconsejo a la gente que se haga un chequeo médico y que, si tiene que hacer actividad física, que ponga toda la voluntad por unas tres o cuatro semanas: el cuerpo enseguida se la va a pedir y la va a necesitar. Y, sobre todo, le va a hacer bien. No solo en su físico, en su trabajo o en su cabeza, también va a descansar y se va a sentir mejor consigo mismo.
 

Fuente:
 
Entrevista con el runner Guillermo Mezzadri.