FOMO: las redes sociales y el nuevo temor a perdernos algo

¿Sentís una fuerte dependencia de lo que sucede en el mundo digital? ¿Escuchaste hablar de este síndrome en pleno crecimiento? Te traemos 5 tips para que puedas alcanzar un equilibrio en el uso de tu celular.

La tecnología y el avance de las redes sociales en nuestra rutina nos pone en alerta ante nuevas problemáticas asociadas a este tipo y forma de consumo cultural. La inmediatez y facilidad con la que se nos presenta nos hace muy vulnerables a la adicción que puede generar su uso desmedido, en especial, a los más chicos. FOMO son las siglas de la frase en inglés fear of missing out que quiere decir “miedo a perderse de algo”. Te contamos en esta nota cómo reconocer las señales asociadas con esta patología y algunas ideas para evitarla.

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El avance sin control de las redes sociales

Las historias, fotos y videos pasan a un ritmo frenético. Algunos contenidos duran más segundos que otros, pero su tiempo de vida en la pantalla está sentenciado por un dedo que se desliza con velocidad y que regala algún que otro like. A veces presta atención, otras no tanto, incluso frente a distracciones externas, el pulgar no se detiene y sigue operando solo como si hubiera tomado vida propia. Cierra una red social, abre otra. Chequea si hay novedades o notificaciones sin leer sobre esos gustos que ya delimitó con sus visualizaciones. No encuentra nada nuevo, entonces, vuelve a la aplicación anterior y, otra vez, el dedo marca el ritmo incansable que desafía y aplasta los tiempos de una charla, un mate, o incluso un buen silencio entre amigos.

Hilario tiene 13 años y esa costumbre que se repite varias horas al día surge a partir de una sensación inconsciente de que hay algo que se está perdiendo. Tiene la fuerte necesidad de confirmar que está al tanto de todo lo que le interesa. Su teléfono no se demora: maximiza y minimiza sus pantallas sin pausas. Empieza por un video de motos saltando entre las dunas, luego chequea la edad del piloto, averigua adónde fue la carrera, lo sitúa en un mapa, observa con qué moto la corrió, la busca en un sitio de ventas online y confirma su precio. Unos segundos después, pasa de mirar a tres indígenas en la selva fabricando una casa de barro solo con sus manos a un vivo de Instagram de un recital de música pop en Londres. Todo ese proceso de navegación informativa tardó menos de un minuto.

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El miedo moderno: perdernos algo

El FOMO representa una patología psicológica que se basa en el consumo de experiencias gratificantes que otras personas pueden estar viviendo, y de las que el usuario no participa. Este proceso mental genera una ansiedad y angustia social tan fuerte que lo lleva a volver a conectarse con lo que los demás hacen para aliviar ese malestar. 

Este término tan común en la actualidad fue definido por el Dr. Dan Herman a finales de la década del 90, quien describió a este fenómeno sociocultural como “una característica de la personalidad significativamente importante en el desarrollo de la psicología de los consumidores”.

 

El FOMO en nuestra rutina

Con el boom de Facebook en el año 2010, surgió un cambio en las costumbres de interacción grupal y publicación de contenidos personales. Esta ruptura del paradigma se acentuó con WhatsApp, LinkedIn, Instagram, Twitter y, un poco más tarde, TikTok y Tinder. Hoy existen miles de aplicaciones para diferentes situaciones sociales, desde capacitaciones, citas, viajes, hasta redes donde los animales son los usuarios.

Si bien nadie está a salvo del FOMO, diversos estudios demostraron que los jóvenes son más propensos a sufrirlo porque no conocieron otra realidad.

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¿Cuál es el impacto interno del FOMO?

El proceso mental del consumo de redes sociales nos hace “pertenecer”, formar parte de esa experiencia de goce ajeno, sentirnos populares y activos. Pero su abuso puede generar frustración cuando nuestra posición real no forma parte del universo que anhelamos. Es cuando se produce el ingreso a un cono de angustia. ¿Y cómo se calma ese sufrimiento? Ingresando o participando una vez más a ese mundo irreal, por medio de una foto de una rica comida, un buen paisaje o un espectáculo en vivo que nos muestre activos, felices y sociables. De esa forma, obtenemos otra vez ese placer que anestesia. Esta mega conexión digital que desencadena el FOMO produce una distorsión cognitiva que nos impide desarrollar empatía hacia nuestro entorno por el goce de estar en otra realidad  y por la falta de contacto cara a cara con otras personas.

 

5 ideas para equilibrar el uso de las redes sociales

1| Limitá su consumo a determinada cantidad de horas diarias. Existen para eso aplicaciones de control para menores de edad y adultos, como Google Parents o Family Time.

2| No permitas su uso en momentos importantes de interacción familiar, como al compartir una comida o una salida.

3| Buscá momentos de ocio para utilizar juegos de mesa que promuevan la vinculación y el diálogo.

4| Desconectate de la tecnología algunas horas antes de dormir.

5| Promové la lectura como actividad semanal.

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Redes sociales, una gran oportunidad

¿Son un aspecto negativo de nuestra realidad? ¿Es la hiperconexión una práctica perjudicial? ¿Es posible participar de la interacción social online sin descuidar nuestras relaciones personales cara a cara? El avance tecnológico del universo digital nos abrió un enorme abanico de posibilidades que aún no se agota. Con algunos clics, podemos capacitarnos, comunicarnos, recibir y enviar información, sentir seguridad, cuidar la salud, promover ideas y hasta tener el poder de consumir información que nos hace partícipes y libres. 

Como en otros aspectos de la vida, lo ideal es encontrar un equilibrio para sentir bienestar y poder usarlas a nuestro favor. 

El contacto físico, el movimiento y los momentos personales son situaciones que van a moldear el futuro de los más jóvenes tanto como las mediatizadas, dando a cada uno su impronta individual. No debemos dejar de recordar, poniéndolo en práctica, que su realidad es, además, aquella cercana y tangible.