¿Cómo ser madre, pareja y profesional, y lograr un equilibrio que te ayude a sentirte plena?

En este año tan particular, en el que la vida laboral se integró más que nunca a la familiar, la terapeuta Ruth Melnistzky responde algunas preguntas sobre crianza, desarrollo profesional, y convivencia, y nos brinda consejos para alcanzar un buen balance entre ellos.

Como madres, muchas veces nos cuestionamos si las decisiones que tomamos son las correctas y cómo pueden impactar en nuestro grupo familiar. También intentamos imaginarnos más allá del rol de maternidad, transitando otros aspectos de nuestra vida, como creciendo en el trabajo o haciendo cosas “para nosotras mismas”, que nos llenen de verdad. Junto a la licenciada en Psicología Ruth Melnistzky, descubriremos algunos aspectos claves a tener en cuenta para lograr un buen balance entre nuestro día a día personal, profesional y familiar.

  


¿Cómo conseguir que los hijos se desenvuelvan de manera independiente sin dejar de acompañarlos?

 

Criar y educar a un menor siempre es una tarea compartida en hogares donde hay padres y madres convivientes o no. Es un proceso a consensuar en cada etapa que atraviesa la niña o el niño: desde la elección del pediatra, del jardín, del colegio y de las actividades extracurriculares hasta su mayoría de edad.

 

Acompañar no es lo mismo que sobreproteger o resolverlo todo para impedir que el niño sufra o pase un mal momento.  Ser un buen interlocutor es saber estar cerca sin asfixiar, es acompañar en cada instancia y en las diversas frustraciones. Todo crecimiento es un recorrido que tiene altos y bajos. Gracias a esto, los hijos se fortalecen y aprenden a afrontar los cambios que se van dando en las distintas etapas de su vida.  Sobreproteger no es cuidar, es hacerle sentir al niño o niña que no va a poder sin nosotros, en vez de transmitir la idea de que estamos cerca para cuando nos necesiten.

 

¿Cómo lograr que la demanda de nuestros hijos no postergue nuestros objetivos profesionales?

 

Esta pregunta remite a un difícil equilibrio que depende del compromiso profesional y el acompañamiento al cual nos referíamos antes.  Mayor tiempo no garantiza una adecuada satisfacción de la demanda, y en consecuencia, ser una buena madre o padre.  Se debe saber diferenciar lo realmente significativo en el acompañamiento a los hijosEs más importante detectar cuándo es necesario un buen acercamiento que estar todo el día a disposición sintiendo que el costo es una gran postergación personal, laboral o profesional.

 

Manejo de espacios y límites, ¿se pueden establecer sin sentir culpa?


El espacio de cada uno no es algo pactado previamente a la constitución de una pareja y tampoco a la formación de una familia. Se construye paulatinamente.  Una pareja es mucho más que la sumatoria de dos personas. Esta construcción sufre cambios con la llegada de los hijos y muchas veces la pareja se diluye en la familia y va perdiendo encuentros íntimos para transformarse en una sociedad de crianza. 

 


¿Cómo impacta nuestro ejemplo en los niños?

 

Impacta en las ganas, el deseo y esfuerzo que ponemos en lo que hacemos, tanto en la crianza como en las responsabilidades personales. Los hijos perciben todo eso y la satisfacción en el transcurrir diario es algo ejemplar para ellos.

 

¿De qué forma impactó la pandemia en relación a la convivencia con el grupo familiar? 

 

No repercutió igual en todos los casos.  Existe una impresionante sobrecarga en los hogares con niños. Sobre todo en los casos de escolaridad primaria, que deben sostener clases virtuales mientras ambos o alguno de sus padres están trabajando en sus casas o fuera de ellas. Esto trajo grandes conflictos, algunas situaciones de violencia y hasta separaciones, aunque también sirvió para afianzar vínculos y conectarse más con los hijos y compartir tareas entre los adultos de la casa.

 

¿Es posible combinar la crianza, el desarrollo profesional y la convivencia familiar de forma armoniosa y sin tener que renunciar a ninguna de ellas?

 

No existe receta para lograr una buena combinación. Tampoco una concepción rígida de qué es ser madre o padre o de qué hablamos cuando decimos “familia” en la actualidad. Es posible lograr una situación satisfactoria en la medida que  bajemos los niveles de exigencia. Es importante reflexionar sobre  cuáles son nuestras prioridades en las distintas etapas de la vida y confiar en los vínculos cercanos o instituciones, que pueden resultar de mucha ayuda para acompañar los procesos de crecimiento y crianza de nuestros hijos e hijas.

 

Fuente: 

Licenciada en Psicología Ruth Graciela Melnistzky, terapeuta individual y de pareja y directora de la revista Diagnosis.

 
 

Para reflexionar: ¿hay un modo pandémico de ser mujer/madre?

 
Disertante: Liliana González. Se estrena el 16/10 a las 18 horas.
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